ataque suicida durante un partido de voleibol causó hoy al menos 50 muertos y más de 70 heridos en el sudeste de Afganistán, en una nueva muestra de la crítica situación de inseguridad en que sigue sumido el país a poco más de un mes para la retirada de las tropas de la OTAN.
Los insurgentes convirtieron un recinto deportivo en un escenario sangriento el mismo día que la Cámara Baja del Parlamento afgano aprobaba el acuerdo de seguridad con Estados Unidos, que prolonga la presencia de tropas de ese país en Afganistán hasta 2024.
Paktika, en el sureste del país asiático, ha sido de nuevo el objetivo elegido por los talibanes para cometer una de sus acciones más violentas de este año, después de que en julio otro ataque suicida dejara 42 muertos en un mercado de la misma provincia.
El vicegobernador de la provincia de Paktika, Ataullah Fazli, confirmó a Efe telefónicamente que 50 personas murieron en el ataque, perpetrado en un recinto deportivo en el que estaban jugando la final de un torneo entre distritos, lo que había hecho que mucha gente se encontrara en el lugar.
"Fue un suicida con una chaqueta cargada con un explosivo que detonó entre cientos de espectadores", dijo Fazli, al precisar que 14 personas perdieron la vida en el hospital debido a la gravedad de las heridas.
El funcionario explicó que varios "helicópteros han sido enviados a la zona para trasladar a los heridos a Kabul debido a que 32 de los heridos estaban en situación crítica".
Indicó que la capacidad hospitalaria de la provincia no es suficiente para tratar en condiciones a los lesionados y, por tanto, hubo que llevarlos a la capital afgana.
Los cuerpos de los fallecidos fueron reunidos en un lugar bajo custodia de las fuerzas de seguridad, que los entregarán mañana a sus familiares, ya que muchos de los asesinados sufrieron daños en sus cuerpos que impiden su reconocimiento hasta el momento.
Entre las víctimas se encuentran al menos seis niños y cinco policías locales y se teme que el número de fallecidos pueda aumentar, ya que muchos de los heridos se encuentran en situación crítica.
El presidente afgano, Ashraf Gani, calificó en un comunicado de "acto inhumano" este ataque suicida "injustificable en cualquier religión o cultura", obra de quienes "no quieren un desarrollo en paz en un país desbastado" por décadas de guerra
Un hombre herido en el ataque suicida recibe atención médica en un hospital de Paktika, Afganistán.
Foto: EFE en español
Por la mañana, la Cámara baja del Parlamento afgano había aprobado por mayoría el acuerdo con Estados
Unidos, lo que a juicio de Gani "es un buen paso en el fortalecimiento de la soberanía de Afganistán", ya que las fuerzas afganas "serán las responsables de todas las cuestiones de seguridad en el país".
Las Fuerzas Armadas afganas tomaron en junio plenamente el mando de la lucha contra los insurgentes, ante la retirada definitiva de las tropas de la OTAN, la ISAF, el 31 diciembre de este año al acabar su misión.
La ISAF, cuyo trabajo comenzó en 2001 tras la invasión de EE. UU. que derrocó al régimen talibán, concluirá en diciembre, pero la OTAN ha anunciado que mantendrá en Afganistán unos 12.500 militares a partir de 2015, de ellos alrededor de 9.800 soldados de Estados Unidos.
En las últimas semanas, y a medida que se acerca la retirada, el convulso país asiático ha vivido nuevos episodios de violencia con ataques como el que ayer lanzaron decenas de talibanes contra las fuerzas afganas en la provincia de Nuristán, con 24 muertos y 30 heridos.
La Junta Nacional de Seguridad (NDS), los servicios de inteligencia afganos, aseguraban el miércoles que la insurgencia está dividida y debilitada tras sufrir importantes derrotas en zonas rurales, por lo que dirige sus ataques a ciudades para obtener mayor repercusión mediática.
Sin embargo, el primer vicepresidente y jefe del Estado Mayor Ejército afgano, el general Abdul Rashid Dostum, advertía de que los talibanes cuentan con apoyos "internos", como a su juicio puso en evidencia el ataque de un terrorista suicida que logró entrar a comienzos de mes en los cuarteles de la Policía en Kabul.
Un temor que, según el diario "The New York Times", ha llevado al presidente de EE. UU., Barack Obama, a autorizar que sus tropas tengan "un papel directo en el combate", aunque el acuerdo bilateral de seguridad se limitaba a combatir los resquicios de Al Qaeda y asistir a las fuerzas afganas.
El cambio de estrategia respondería a presiones del Pentágono para completar con éxito la misión en Afganistán, con el fin de permitir a las fuerzas estadounidenses llevar a cabo operaciones contra los talibanes y otros grupos que supongan una amenaza.
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